La familia es una institución social e históricamente asentada, cuya definición varía según las distintas perspectivas sociales, culturales y personales. Ha evolucionado a lo largo del tiempo, pero lo que se puede observar al hacer una definición del significado de “familia” es que siempre se compone de un grupo de individuos, mayoritariamente vinculados por lazos sanguíneos (aunque no en todos los casos), que proporciona un entorno donde los miembros pueden desarrollar relaciones interpersonales, compartir responsabilidades, cuidarse mutuamente y participar en actividades conjuntas.
Es normal, y hasta esperable, que existan conflictos, problemas y transformaciones en la vida familiar, y cada familia debe adaptarse y reestructurarse ante esos cambios y problemas para poder seguir desarrollándose y vinculándose.
Tipos de conflictos familiares y sus manifestaciones
Los conflictos familiares pueden manifestarse de diversas formas y en diferentes áreas de la vida familiar, ya sea por motivos internos del grupo, como por ejemplo conflictos entre padres e hijos, cónyuges o parejas, o entre hermanos; conflictos externos que pueden estar relacionados a motivos económicos, de propiedad o herencia; o incluso a cuestiones ligadas a lo ideológico o a las formas de comprender el mundo, como por ejemplo diferencias culturales, religiosas, decisiones sobre el estilo de vida o crianza, e incluso sobre la salud misma. Muchas veces, la falta de comunicación o intentos de entenderse con la otra parte contribuyen a que los problemas se incrementen, en lugar de solucionarlos.
Este tipo de problemas se pueden manifestar de distintas maneras. A continuación, elaboramos una lista de las formas más comunes que adoptan estos problemas entre las partes:
Discusiones y peleas
Es muy común que los distintos integrantes del grupo familiar se involucren en discusiones acaloradas, intercambios verbales o agresivos o peleas físicas por estar en desacuerdo.
Silencio y evitación
También como forma de manifestación puede suceder que, en lugar de enfrentar el conflicto, las partes opten por evitar la comunicación o el contacto con los demás, llevando a periodos prolongados de silencio y distanciamiento que pueden dejar marcas profundas en el vínculo.
Resentimiento y hostilidad encubierta
Es muy normal que, de los conflictos no resueltos, surjan resentimientos y hostilidad encubierta, ocasionando que los miembros actúen de manera pasivo-agresiva.
Manipulación emocional
Algunas personas usan como herramienta la manipulación emocional para conseguir lo que quieren o castigar a otros.
Dificultades de comunicación
Cuando no hay una comunicación efectiva en la que los miembros se expresen y se escuchen mutuamente, pueden surgir malentendidos, interpretaciones erróneas y falta de claridad en la forma en que los miembros se relacionan.
Cambios en el comportamiento
Cuando algún miembro de la familia experimenta cambios en su comportamiento por algún motivo, esto puede traer irritabilidad, enojos repentinos, aislamiento social o consecuencias en los patrones de sueño y alimentación, ocasionando dificultades en la relación con los otros miembros del grupo familiar.
Desapego emocional
Otra forma de manifestar incomodidad o descontento con una situación familiar es distanciarse emocionalmente de los demás como una forma de protegerse o lidiar con el conflicto.
Actitudes defensivas
Muchas veces es más sencillo adoptar actitudes defensivas para proteger el propio punto de vista y justificar las acciones que escuchar al otro, lo que dificulta la resolución de conflictos.
Dificultades en la toma de decisiones
Ante la presencia de conflictos, la capacidad de la familia para tomar decisiones colectivas o consensuadas disminuye, por lo que se pueden generar más tensiones.
Baja autoestima y estrés
Los conflictos familiares reiterativos y persistentes pueden afectar la autoestima y el bienestar emocional de las partes involucradas, lo que puede generar estrés, irritabilidad y sentirse siempre atacado o amenazado por el otro.
Desgaste de relaciones
Todos estos conflictos, y la no resolución de los mismos de manera efectiva, llevarán al desgaste de los vínculos, lo que implica deterioros en las relaciones familiares, disminución de la confianza y el respeto mutuo.
Efecto en la salud mental
Todo esto también tiene un impacto en la salud mental, ya que estar siempre en conflicto contribuye a problemas como ansiedad, depresión y estrés crónico.
Cómo resolver conflictos familiares
Resolver los conflictos familiares puede ser difícil y lleva mucho trabajo, pero aquí te dejamos algunas sugerencias que pueden ayudarte a manejar la situación de manera constructiva:
1) Comunicación abierta y honesta
Lo principal es proponer y ejercitar la comunicación abierta y sincera sobre los problemas. Escucha activamente a los demás, y expresa tus propias preocupaciones de manera respetuosa.
2) Escoge el momento adecuado
Encontrar el momento y el lugar apropiados para abordar un conflicto es muy importante, ya que discutir en momentos de tensión o cuando las emociones están a flor de piel puede empeorar la situación.
3) Evita la confrontación
Intenta usar un lenguaje positivo, evitar la culpa y el ataque a otros. Trata de mantener la calma y no confrontar, sino charlar desde un lugar constructivo y honesto.
4) Empatía y comprensión
Ejercitar la empatía y ponerte en el lugar de los demás para poder comprender sus puntos de vista y emociones. Esto te ayudará a suavizar las tensiones y crear un ambiente más propicio para la resolución.
5) Busca soluciones conjuntas
No hagas de los conflictos un partido en el que alguien gana y alguien pierde, por el contrario, busca soluciones que sean satisfactorias para todas las partes involucradas. Trabaja en equipo para encontrar soluciones buenas para todos.
6) Establece límites y expectativas claras
Expresa y establece las expectativas y límites, de manera tal que se eviten los malentendidos a futuro.
7) Practica el perdón
Perdonar y dejar ir el resentimiento para poder avanzar con tu vida es necesario. No significa olvidar, sino dejar ir la carga emocional.
8) Fomenta la paciencia
Los conflictos no se resuelven de un día para otro, sino que llevan tiempo y colaboración. Para esto, mantén una actitud paciente y perseverante mientras trabajas en encontrar una solución.
9) Prioriza las relaciones
Las relaciones familiares son valiosas; enfócate en mantener el amor y la conexión, incluso en momentos de desacuerdo o problemáticos.
10) Busca la ayuda de un mediador
Muchas veces involucrar una perspectiva externa que sea neutral y objetiva, como un terapeuta o un coach especializado que facilite la comunicación y ayude a encontrar soluciones, puede ser la mejor manera de resolver los conflictos que son especialmente complejos, o a los que no se está pudiendo dar solución.
Si bien resolver los conflictos familiares puede ser muy difícil e incluso parecer imposible por momentos, recuerda que no es imposible; solo requiere esfuerzo y predisposición e implementar una comunicación más abierta y empática. Preservar y valorar los lazos familiares es muy importante para tener un espacio de contención y amor.