¿Piensas en el otro antes que en ti y pones a los demás por delante, pero te sientes mal porque no te corresponden por igual?
Para que una relación sea sana e igualitaria, lo que damos y lo que recibimos debe estar en equilibrio. Por eso, dar mucho y recibir poco puede ser una experiencia frustrante y desalentadora. Si das más de lo que recibes, sentirás el peso de las consecuencias.
Dar y recibir
El “dar y recibir” es la base de las relaciones humanas en cualquier contexto, desde las relaciones personales, hasta las laborales o sociales.
El “dar” implica ofrecer algo, ya sea tangible y material como algo emocional, sin esperar nada a cambio. Esta acción puede generar satisfacción y alegría al hacer algo positivo por otros y generar un bienestar. Además, es un gesto que fortalece las relaciones, genera confianza y fomenta la reciprocidad.
Asimismo, el “recibir” es aceptar lo que otro nos quiera entregar, ya sea ayuda, apoyo emocional, regalos o cualquier otra forma de generosidad. Recibir y agradecer lo que nos entregan puede fortalecer los vínculos. Es, también, una forma de dejarnos ayudar, aceptar que no podemos hacer todo solos y que está bien tener debilidades. Lo ideal es poder aceptar esta ayuda sin culpa.
Para lograr relaciones equilibradas y saludables, es necesario que ambas partes se comprometan a dar y recibir de igual manera, es decir, que exista un flujo adecuado entre lo que se aporta y lo que se obtiene del vínculo. En una relación recíproca, ambas personas están presentes en momentos de necesidad, cuando el otro precisa ayuda y contención. Las necesidades van variando con el contexto de cada uno, pero es importante tener una sensación general de equidad y satisfacción para todas las partes.
¿Por qué doy más de lo que recibo?
A veces sucede que nuestras expectativas sobre los demás son muy altas, o esperamos que otros hagan las cosas de la misma manera que nosotros las hacemos. Hay que entender que no todos tienen las mismas formas de vincularse, y no siempre es fácil identificar las necesidades de otros si éstas no están expresadas explícitamente. Todos tenemos diferentes formas de expresar gratitud o reciprocidad, simplemente hay que ponerse de acuerdo en las necesidades de cada uno y llegar a un punto medio.
También es posible que estés en una amistad o relación desequilibrada en la cual te encuentras dando mucho, pero recibiendo poco. Es importante buscar el balance para que ambas partes se sientan cómodas, queridas y valoradas, y ésta sea una relación saludable para todos.
Revisar nuestra disponibilidad para con el resto puede ser un primer paso para identificar esta problemática: dar sin establecer límites puede provocar que el otro se acostumbre a ser siempre el que “toma”, sin ofrecer nada a cambio. Asegúrate de encontrar esos límites y ser claro, ejercita el decir que “no” cuando lo consideres necesario.
Muchas veces, las personas que se ven envueltas en estas relaciones desequilibradas presentan baja autoestima (link) o una visión desvalorizada de sí mismos. Esto puede hacer que sientan que no merecen recibir tanto como lo que dan. Es necesario trabajar en la autoestima y aprender a valorarnos para poder establecer límites y generar relaciones sanas e igualitarias.
¿Cómo equilibro mis acciones?
Los siguientes son algunos consejos que podrán ayudarte a equilibrar tus acciones entre el dar y el recibir:
1) Un buen punto para empezar a tratar lo que te sucede es hacerte preguntas
¿Por qué doy tanto? ¿Es por el deseo de ser amado, aceptado o valorado? ¿Sientes que tienes que demostrar tu valía a través de tus acciones? Lo mejor que puedes hacer es reflexionar y comprender tus motivaciones subyacentes para poder abordarlas y ajustar tus patrones de comportamiento.
2) Presta atención a tus necesidades
Establecer límites y aprender a decir que no te ayudará a preservar tu bienestar y tu salud mental (link). Muchas veces nos sentimos sobrepasados por las situaciones y necesitamos tiempo para nosotros mismos y ese sentimiento es tan válido como cualquier otro.
3) Dedícate tiempo a ti mismo
Para cuidarte tanto física como emocionalmente, al mismo tiempo. Prioriza las actividades que te hagan sentir bien y que te den energía. Esto te dará mayor claridad mental para poder identificar qué necesitas del otro y cuáles son tus límites.
4) Asegúrate de que tus relaciones estén equilibradas
Préstale atención a lo que das y a lo que estás recibiendo a cambio. Replantearte los términos en los que se dan tus vínculos no tiene nada de malo, al contrario, te ayudará a generar vínculos más verdaderos. Si sientes una asimetría, considera hablarlo abiertamente y exponer tus sentimientos.
5) Mantente abierto a recibir ayuda y mostrarte vulnerable frente a tus vínculos
Muchas veces dar mucho es un mecanismo de defensa para no mostrar nuestras debilidades. Practica la gratitud y acepta los gestos de bondad de los demás sin sentirte culpable. Esto hará que también el otro se sienta bien consigo mismo y se sienta bien ayudándote, lo que fortalece el vínculo y te dará un respiro.
6) Reconócete como una persona de valor
Mereces ser amado, cuidado y respetado independientemente de lo que das. Trabajar en tu propia autoestima y practicar el autocuidado emocional es importante para poder vincularte de manera sana. Festeja tus logros, establece metas claras para ti mismo, y recuerda que mereces recibir tanto amor y apoyo como el que das.
El dar y recibir no siempre tienen que ser proporcionales en términos de cantidad o valor, sino que tienen que ver más con las necesidades de cada uno y las formas en que cada parte es capaz de dar. La comunicación es un elemento clave para llegar a tener una relación equilibrada, en la cual cada parte expone lo que siente, necesita, y lo que es capaz de dar. Es importante estar dispuesto a dar al otro lo que necesita, al mismo tiempo que atender nuestras propias necesidades.
Éste es un proceso gradual y personal que lleva tiempo y compromiso. No tiene que ver con dar absolutamente todo lo que tenemos, sino de encontrar el equilibrio. A medida que estableces límites saludables y te permites recibir, encontrarás un equilibrio que te hará mantener relaciones más satisfactorias y cuidar de ti mismo a la vez.
Recuerda que cada situación es única, y cada persona es un mundo. Por estos motivos, reflexionar sobre tus propias formas de vincularte y entender con qué estás cómodo y con qué no, es necesario para comprender hasta dónde estás dispuesto a dar y a exigir. Si sientes que constantemente estás dando mucho y recibiendo poco, busca ayuda en tu entorno más cercano y considera como una opción viable buscar ayuda profesional en un psicólogo o coach (link) que pueda brindarte una perspectiva más objetiva y proporcionarte herramientas para corregir esta situación.